Entrevista a la Profesora Claudia Mauri
1_ ¿Por qué forzar a las niñas a jugar con juguetes (que tradicionalmente se consideran de niños y viceversa) cuando espontáneamente no lo harían?
No se trata en ningún caso de imponer nada, ni de forzar a nada, ni a nadie y tampoco de prohibir, en realidad el problema estriba en considerar «espontáneo», «innato», «connatural» algo que es «aprendido», «educacional» y «cultural». Nuestros niños/as imitan pautas de conductas observadas en los mayores, asumen los roles vividos en sus casas; en el colegio, en la calle y los reproducen fielmente. Del mismo modo interiorizan la valoración que estos roles adquieren en la sociedad. Lo importante es ofrecerles nuevos patrones y modelos de relación entre géneros.
No consiste tanto en que los niños deban jugar con muñecas y las niñas con coches, como en superar la dualidad tradicional «esto es de niños» y «esto es de niñas», y permitir que los juguetes sean empleados por ambos sexos indistintamente; de hecho, si observamos la realidad, aunque tantos niños como niñas juegan con muñecos, es una necesidad. El que unos muñecos sean para niñas y otros para niños es culpa nuestra. Sería conveniente fomentar el deseo en las/os menores de romper barreras o cotos privados así como la curiosidad por lo desconocido, lo nuevo, lo no experimentado y comprobar vivencialmente lo atractivo que pueden resultar estas nuevas actividades.
2_ ¿Qué pasa cuando a un niño que intenta jugar a las casitas o a las muñecas le discriminan y le llaman nena?
Cuando a un niño lo llaman «nena» nos tenemos que preocupar por el valor que tiene este insulto para él. Esta burla no tendrá tanta repercusión en un niño que observa que sus modelos referenciales, personas que admira (padre, hermano, un amigo, su profesor) realizan con gusto y satisfacción aquellas actividades por las que a él le llaman nena. Aunque la existencia de estos patrones es primordial, será necesario que además el niño tenga confianza en sí mismo y que reforcemos su auto-aprecio, su autonomía, etc. No olvidemos que la educación para una sociedad no-sexista exige una educación para la resolución de conflictos y esto podrá realizarse de forma positiva, creativa y constructiva en la medida que el niño tenga seguridad en sí mismo y en el medio que le rodea.
Aunque los patrones de comportamiento se buscan en personas del mismo sexo, esto no significa que educadores de otro sexo no puedan realizar una discriminación positiva hacia actitudes y comportamientos tradicionalmente clasificados como del «sexo contrario», así será muy valiosa su aportación cuando resalten y ensalcen manifestaciones de ternura, de sensibilidad, de tacto, de preocupación por los compañeros y compañeras, etc. por parte de los niños. Fomentar nuevas capacidades psicológicas, manuales, físicas e intelectuales no sólo favorecerá la convivencia entre sexos, sino que además enriquecerá a las niñas y a los niños como personas.
3_ Cambiar los juguetes antes de que cambie la sociedad, ¿no es empezar la casa por el tejado?
La realidad que vemos es que nuestra sociedad está en un proceso de cambio, y los juguetes presentan la sociedad de hace 20 años, pero no la de ahora. No es cierto que la mujer esté actualmente encerrada en casa y no tenga otra opción profesional. No es cierto que los hombres no cambien pañales o den de comer. No es cierto que la familia «normal» tenga padre y madre. Y cada día que pasa estas afirmaciones van a ser menos ciertas. El hecho de que los mass-media, la publicidad, los cuentos infantiles sigan dando una imagen del pasado es algo ante el que poco podemos hacer, tan sólo no comprar o no mirar. Pero de los juguetes que compramos somos totalmente responsables. ¿Los juguetes que regalamos a nuestras hijas/os son juguetes para el pasado, o son juguetes para el futuro?
4_ Las niñas al integrarse en los juegos de (sólo para chicos) se sienten en inferioridad de condiciones: fuerza, agilidad... ¿no es esto más contraproducente, sobre todo para la autoestima, que el simplemente no jugar?
No es cierto que las niñas sean menos ágiles que los niños y es muy discutible que sean menos fuertes. Para saltar a la goma de hecho se necesitan habilidades complejas y diversas, tanto o más que para jugar al fútbol. Lo que sucede normalmente cuando una niña intenta jugar al fútbol por primera vez es que argumentarán que juega mal porque «es niña», por el contrario cuando un niño juega por primera vez, le dirán que es novato y patoso; contra esto podrá luchar e intentar superarse, contra «ser niña» no se puede hacer nada, excepto ser conscientes de que eso no es ninguna limitación real para realizar cualquier tipo de actividad, sino un estereotipo cultural.
No debemos olvidar, no obstante, que si bien 'las niñas sufren las consecuencias de unos estereotipos que acortan y limitan sus potencialidades, los niños sufren las exigencias impuestas por la sociedad a los «machos», que en muchas ocasiones pueden ser asfixiantes y originar complejos.
5. Puesto que las niñas son las que generalmente se integran dentro de los juegos de los niños y no tanto al contrario, ¿cómo lograr que aparezca interés por parte de los niños hacia juegos considerados de niñas?
Es lógico que para las niñas sea más fácil jugar a juego de «niños» que al revés, ya que existe una actitud generalizada, inmersa en todos los aspectos culturales y sociales, de desvalorizar aquellas tareas, valores y capacidades asignadas a las mujeres. Tendremos que revisar nuestro papel como educadores/as, los valores explícitos e implícitos, y desde un análisis crítico trabajar para la consecución de un verdadero cambio de actitudes, No es el mejor camino para lograr que los niños salten a la comba tener que decirles que los boxeadores, para mantener su fuerza física, realizan este ejercicio muy a menudo.
Aunque los mensajes de discriminación por sexo no dependen tan sólo de nosotros/as (existe multitud de emisires a los cuales son sensibles: familia, medios de comunicación, calle, escuela".) deberemos ir facilitando y potenciando que los juguetes y juegos no reproduzcan roles tradicionales discriminatorios y que puedan ser utilizados del mismo modo por niñas y niños.
Que esta potenciación comience muy pronto, y que todas las personas que intervienen en la educación de un niño/a sean coherentes con esto son las claves del éxito.
Aún cuando desde instancias políticas se anuncia que la igualdad ya es una realidad, en la industria juguetera se sigue manteniendo la división entre juguetes para niños y juguetes para niñas.
Esta persistencia por mantener los roles de género establecidos llevaron el pasado año a 341 personas en Andalucía a denunciar anuncios publicitarios en los que aparecen mensajes sexistas.
Según el Observatorio Andaluz de la Publicidad no sexista, se ha producido un aumento en el número de denuncias, habiéndose producido unas 39 más que en 2006. Al mismo tiempo se ha llevado a cabo un contacto más directo con las empresas implicadas a raíz de los estudios realizados el año pasado, por lo que en algunos casos se ha hecho rectificar a éstas, e incluso se ha conseguido retirar la publicidad sexista tras exponer la denuncia a la empresa en cuestión. Mattel España (fabricante de Barbie), recibió el mayor número de denuncias, seguida de Famosa y Zapf Creation. Cádiz se encuentra en primer lugar en cuanto a denuncias remitidas al Observatorio, por delante de Sevilla, Málaga y Granada.
El sutil espejismo que se vierte sobre todo lo relacionado con el sexismo antes y ahora, está provocando que las relaciones sociales se reproduzcan de igual manera que años atrás. Realmente los cambios que se están produciendo son pocos. La igualdad laboral aún no se aplica al 100%, la educación tanto familiar como escolar no suple el vacío existente en este tema, por lo que se siguen reproduciendo los roles afianzados en la sociedad actual, de desigualdad por cuestión de género. Concretamente, y desde instancias económicas se sigue manteniendo el discurso, y se plasma por ejemplo, en los juguetes a los que juegan niños y niñas, marcados ya con carácter diferencial de fábrica (azul niños, rosa niñas).
NO REGALES VIOLENCIA.
LA NOVIOLENCIA COMO VALOR EDUCATIVO
El juego, junto con las necesidades básicas de nutrición, salud, protección y educación, es esencial para desarrollar el potencial de niños y niñas. El juego es instintivo, espontáneo, natural y exploratorio. El juego es comunicación y expresión, combinación del pensamiento y acción; brinda satisfacción y sentimiento de logro. Está relacionado con todos los aspectos de la vida y contribuye al desarrollo físico, mental y social de las niñas y los niños. Es un medio de aprender a vivir, no es un mero pasatiempo y por lo tanto los juguetes deben estar al servicio de los niños y las niñas y no al revés. Comprar un juguete u otro es inculcar un modo de vida al niño, además de contribuir o no a su desarrollo físico, emocional o social según el juguete escogido. El juguete, como la educación no es neutral. Un escaparate de juguetes es la copia del mundo de los adultos: los mayores se matan, se preparan para la guerra, hacen distinción entre sexos...
Sabemos que el cine y la televisión introducen a las niñas y niños en un ambiente de agresividad. Asimismo los juguetes bélicos y sexistas no fomentan la colaboración, sino la competencia, el típico "yo te puedo", el viejo esquema de "buenos contra malos”. Suponen la iniciación a un sistema social competitivo y violento. Así, la violencia asumida por los niños y niñas será en el futuro la base de las relaciones sociales: el más fuerte triunfa, tiene razón y, además, es el bueno. Matar y morir forma parte del juego, y en ello subyace un desprecio por la vida humana. Existen juguetes mucho más adecuados que los bélicos para orientar hacia una creatividad constructiva nuestra agresividad natural, que no debemos confundir con violencia.
El mayor problema que genera regalar juguetes bélicos es que al comprarlos, les estamos diciendo a los niños/as que nos parece bien que jueguen con ellos y por lo tanto que la guerra y la violencia nos parecen bien como soluciones a los problemas.
Por otra parte resulta indignante que mientras nuestra sociedad está en un proceso de cambio los juguetes presentan la sociedad de hace 20 años y no la de ahora. No es cierto que la mujer esté actualmente encerrada en casa y no tenga otra opción profesional. No es cierto que los hombres no cambien pañales. ¿Los juguetes que regalamos a nuestras hijas/os son juguetes para el pasado, o son juguetes para el futuro? Estos juguetes sexistas reproducen los roles clásicos del hombre y la mujer, se convierten en un instrumento ideológico del que se sirve el sistema para perpetuarse. De esta forma los niños y niñas, por medio del juguete, asimilan la discriminación y reproducen los esquemas machistas y patriarcales que imperan en la sociedad, esquemas que se reflejan principalmente en la diferenciación de los juegos y los juguetes según los sexos, creando al varón posesivo y activo y a la mujer "cenicienta" del hogar dedicada al marido y a sus hijos, sin tener posibilidades de cumplir otro papel en la sociedad.
La solución pues no consiste tanto en que los niños deban jugar con muñecas y las niñas con coches, sino en superar la dualidad tradicional (esto es de niños) y (esto es de niñas), y permitir que los juguetes sean empleados por ambos sexos indistintamente; de hecho, si observamos la realidad, aunque tantos niños como niñas juegan con muñecos que unos muñecos sean para niñas y otros para niños es culpa nuestra. Sería conveniente fomentar el deseo en las/os menores de romper barreras o cotos privados así como la curiosidad por lo desconocido, lo nuevo, lo no experimentado y comprobar vivencialmente lo atractivo que pueden resultar estas nuevas actividades no agresivas.
Es preocupante la indiferencia de la sociedad con respecto a la importancia del juego, y la creciente explotación comercial de la infancia a través de los medios de comunicación y producción. Lo que importa es vender más para ganar más, que estos juguetes sean educativos o no, queda fuera de los planteamientos del mercado capitalista, que busca sus intereses y no los de los niños y niñas.
Lo que está en nuestras manos es no estimular los juguetes bélicos y sexistas. No se trata en ningún caso de imponer nada, ni de prohibir, sino de transmitir valores. Nuestros niños/as imitan pautas de conductas observadas en los mayores, asumen los roles vividos en sus casas; en el colegio, en la calle y los reproducen fielmente. Del mismo modo interiorizan la valoración que estos roles adquieren en la sociedad. Lo importante es ofrecerles nuevos patrones y modelos de relación entre personas y géneros. Con todo ello no queremos ser deterministas ni fanáticos, viendo por ejemplo en el niño que juega con un juguete bélico un futuro asesino, pero si queremos crear conciencia sobre este problema, que deriva en futuras conductas humanas de triste actualidad como la violencia de género o las injusticias que generan los conflictos armados a lo largo y ancho de nuestro planeta. Los juguetes tienen que potenciar la capacidad creativa e intelectual individual, así como desarrollar la cooperación y relación con otros niños y niñas.
Si está en tus manos, evita regalar juguetes bélicos y sexistas. NO REGALES VIOLENCIA".
Eliana Sosa 3º A